Después de al entrevista Juan y yo nos paseamos por Salamanca y vimos la Catedral y la Universidad, una catedrática casi nos pega cuando nos acercamos a la puerta de la Universidad para ver el horario, se creía que nos íbamos a colar. Tras la comida, no os digo nada del cordero, tomamos un café con otro viejo amigo Ken José Thomson. Ken es un hombre excepcional, médico, una mezcla de cultura japonesa, norteamericana y española. Le vimos en la universidad haciendo sus gruyas por Japón y luego tomamos un café en la Plaza Mayor, junto a la estatua del escritor Torrente Ballester.
La tarde fue igual de apasionante, la Librería Cervantes estaba repleta de gente y pudimos compartir con el dueño de la librería, un entrañable octogenario que me contó los problemas de la familia durante la guerra, su viaje a París y todos aquellos años rodeados de libros.
A las 9:30 de la noche estábamos en carretera, dirección a Bilbao. La conversación con Juan fue muy buena, cenamos rápido en el camino y yo conduje la segunda parte del viaje. El hotel era muy confortable y dormí como un niño.
Viajar es vivir. Cada persona, cada mirada y sonrisa es un verdadero regalo, aunque si os soy sincero eché de menos a los niños y mi mujer.
Mario Escobar
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